martes, 23 de marzo de 2010

Aceptación o Resignación

Charlando con una amigo de cosas de la vida, veíamos las diferentes actitudes con que enfrentamos las perdidas. A veces por la aceptación otras por las resignación. Dos términos opuestos aunque suenen próximos.

La resignación es entrega, desgano, ausencia de fuerza por llamarla de otras formas, que la definen. La aceptación es conciencia, vulnerabilidad y apertura emocional.

Mi experiencia con algunas dificultades propias y ajenas, es que el ser humano se adapta a casi todo, y a veces ayuda mucho comprender la diferencia de esas dos palabras porque cambia la actitud frente a una situación difícil.

Ese cambio de actitud modifica el horizonte, la perspectiva, el lugar desde donde miramos la vida. Desde ese lugar, que es nuestro verdadero lugar en el mundo, un lugar no-fisico, no material, sino interno, se genera la fuerza para superar las dificultades. O también en sentido inverso es el lugar donde el sufrimiento se cristaliza, evitando asi la evolución de la conciencia hacia mejores espacios internos.

Pero ese lugar requiere ser buscado con cierto esfuerzo.
Por eso la resignación, que genera desgano, ausencia de fuerza y entrega, niega la posibilidad de la aceptación que libera, y por lo tanto niega ese esfuerzo de percepción, de mi profunda percepción interna.
Cuando me resigno cierro las posibilidades de aceptación pero también cierro mi futuro.

Tal vez nuestra cultura de permanente cambio, nos distrae en nuestra mas importante percepción; la de nosotros mismos. Estamos hipercomunicados, exteriormente, pero en nuestro silencio interno a veces solo hay mas silencio.

Es interesante la experiencia de darle un espacio a ese silencio, dejar que el silencio nos comience a decir, a insinuar caminos o direcciones del hacer. Allí estará el temor, la pregunta incomoda, aquel viejo rencor o algún remordimiento, pero también estarán -un poco mas profundamente- las respuestas transformadoras que nos liberan.

Cuando la violencia y el no-amor cubrieron ese espacio interno es posible al esforzarnos comenzar un trabajo reparador. Pero para hacerlo necesitamos del otro, del próximo cercano, para entablar un dialogo de acciones y de palabras que nos cure de la contradicción en que las circunstancias nos hicieron caer.

Un querido guía espiritual mendocino (Silo) me dijo una vez "Aprende a tratar a los demás del modo en que quieres ser tratado. Aprende a superar el dolor y el sufrimiento en ti, en tu prójimo y en la sociedad humana".

Ese simple 'percibirme' puede dar paso al cambio de actitud ingresando a un estado de mayor conciencia, en donde surgen la aceptación de mi vulnerabilidad junto a la apertura emocional hacia el otro. Un trabajo interno que obra lentamente y deja un registro de paz y reconciliación.

Entonces no hay objetos externos que compensen vacíos internos y ese horizonte nos eleva al elevar nuestro deseo.

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